Estaba aún bajo los efectos de la anestesia, cuando una asistente le pidió que abandonara la camilla: había que higienizar y seguir, que se quedara tranquila, había salido todo bien.
Al darse vuelta para quitarse la camisola aséptica, lo vio en un recipiente de deshechos: eran los restos de su embrión, que se hallaba ahora a resguardo de la angustia y el rechazo. Ella, en el descampado de la culpa, pagando los honorarios. Todo entre mujeres.
María Cristina Chiama©
País: Argentina
1 comentario:
Qué sensación más triste...
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